Hacía días que tenía pendiente esta entrada del blog.
Hace un par de semanas que estuve unos pocos (pero intensos) días de “rollo foodie” en Barcelona. Mi agenda estaba totalmente llena de citas gastronómicas: chefs, bloggers, amigos de mantel, productos, productores… Os dejo un resumen fotográfico, por eso de que una imagen vale más que mil palabras, pero aún así también introduciré algún comentario.
Restaurante Catalina del Chef y amigo José Lacambra: una noche de catas, conversaciones y del mejor arroz que he comido en mi vida. Una noche memorable que espero repetir, tanto por la maravillosa y cuidada cocina hecha con un producto extraordinario, como por la conversación hasta el amanecer con este genio de la calidad y la sencillez.
La estética del restaurante es elegante y sencilla sin caer en el ya odiado minimalismo.
Mi mesa: entrantes y vino
Mi mesa con mi chef. Es un lujo que alguien así se tome la molestia de cocinar exclusivamente para mi y que me vaya enseñando trucos de su forma de hacer.
Antes y después: el mejor arroz que he comido en mi vida. Ya lo había dicho, pero necesito repertirlo.
Los postres, un coulan correcto que ya no cabía en el saco.
En mi vida hay un antes y un después de esta botella. Ara tengo una que preside mi estantería y me acompaña en alguna noche solitaria.
Los dos protagonistas de la noche con banda sonora que pusieron los Pet Shop Boys. Una noche memorable
Cambiando de día y de lugar: pato a la naranja.
Ya es tradición comer magret en Barcelona… éste, con unas almendras y una cama de patata al horno
Una tarde memorable con La Cuina Vermella
Un detalle del pastel que pude comer para merendar: chocolate y crema de castañas.
Comida indispensable cuando voy a Barcelona con mi compañero de conversaciones eternas, de manteles gourmets y calidez de despachos. Podría ser mi pare y le quiero como tal.
Otro momento Blogger con Sara Maria visitando
Vasitos de Bubó, ya era tarde y quedaba poca cosa.
Y a parte de toda esta comida que me la llevé puesta, volví a Can Loi con 2 kilos de arroz, medio quilo de fideos y 9 kilos de libros de cocina.
Ahora ya tengo ganas de volver a Barcelona, por la comida, por los libros, por las compras y, sobretodo, por los amigos.
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