12/28/2009

Una foodie en Barcelona

Hacía días que tenía pendiente esta entrada del blog.
Hace un par de semanas que estuve unos pocos (pero intensos) días de “rollo foodie” en Barcelona. Mi agenda estaba totalmente llena de citas gastronómicas: chefs, bloggers, amigos de mantel, productos, productores… Os dejo un resumen fotográfico, por eso de que una imagen vale más que mil palabras, pero aún así también introduciré algún comentario.

Restaurante Catalina del Chef y amigo José Lacambra: una noche de catas, conversaciones y del mejor arroz que he comido en mi vida. Una noche memorable que espero repetir, tanto por la maravillosa y cuidada cocina hecha con un producto extraordinario, como por la conversación hasta el amanecer con este genio de la calidad y la sencillez.

La estética del restaurante es elegante y sencilla sin caer en el ya odiado minimalismo.

Mi mesa: entrantes y vino

Mi mesa con mi chef. Es un lujo que alguien así se tome la molestia de cocinar exclusivamente para mi y que me vaya enseñando trucos de su forma de hacer.

Antes y después: el mejor arroz que he comido en mi vida. Ya lo había dicho, pero necesito repertirlo.

Los postres, un coulan correcto que ya no cabía en el saco.

En mi vida hay un antes y un después de esta botella. Ara tengo una que preside mi estantería y me acompaña en alguna noche solitaria.

Los dos protagonistas de la noche con banda sonora que pusieron los Pet Shop Boys. Una noche memorable

Cambiando de día y de lugar: pato a la naranja.

Ya es tradición comer magret en Barcelona… éste, con unas almendras y una cama de patata al horno

Una tarde memorable con La Cuina Vermella

La Cuina Vermella y sus maravillosos detalles. Este par no se hacen querer, no se puede querer a nadie más. Muchas gracias amigos mios!

Un detalle del pastel que pude comer para merendar: chocolate y crema de castañas.

Comida indispensable cuando voy a Barcelona con mi compañero de conversaciones eternas, de manteles gourmets y calidez de despachos. Podría ser mi pare y le quiero como tal.

Otro momento Blogger con Sara Maria visitando la Granja Viader, donde se inventó el Cacaolat. La nata tenia un ya casi olvidado sabor de nata. De todos modos… donde esté un Laccao…

Vasitos de Bubó, ya era tarde y quedaba poca cosa.

Como cambia el paladar. Cuando era pequeña odiaba el merengue, ahora… mmmm, casi me obsesiona.

Y a parte de toda esta comida que me la llevé puesta, volví a Can Loi con 2 kilos de arroz, medio quilo de fideos y 9 kilos de libros de cocina.

Ahora ya tengo ganas de volver a Barcelona, por la comida, por los libros, por las compras y, sobretodo, por los amigos.

12/26/2009

Navidad...

Esto es mi Navidad...
Un buen caldo de gallina con verdura: una gallina, zanahoria, cebolla, aceite virgen, agua.
Galets rellenos de carne picada con hierbas: carne picada de cerdo y ternera, perejil, mejorana, sal, pimienta, huevo.
Un par de tirabeques puestos al final de la cocción.
El resto lo hace la magia de la Navidad.

12/21/2009

Pan de nueces

La semana pasada tuve necesidad de horno, supongo que fue por culpa del frío. El primer día hice panecillos que no quedaron nada bien porque la bombona de butano estaba casi vacía y cocieron a fuego demasiado lento. Al día siguiente y solucionado el problema con el gas, hice una tarta Sacher de naranja para regalar a mi jefe, que era su cumpleaños. La verdad es que no la pude probar pero me han llegado felicitaciones asi que me las voy a creer...

Hoy, cuando he llegado de trabajar he pensado que si encendía el horno la casa se calentaría un poco más y por eso he empezado a amasar pan (por eso y porque no tenia nada de pan en casa).

Hace un par de semanas me compré el libro “Pan hecho en casa y con el sabor de siempre” de Xavier Barriga. En él podéis encontrar muchas recetas de panes diferentes pero como no tenía previsto hacer masa he elegido la receta de la página 38 con el título “pan para bocadillos en sistema directo”

Como mi báscula de cocina se rompió hace un par de semenas, lo he hecho todo “a ojo” y he puesto:

Más o menos medio quilo de harina de trigo blanca
300 gr de agua (+ o -)
2 cucharaditas de levadura seca
2 pizcas de sal
un buen puñado de nueces


La receta del libro no lleva nueces y la fórmula exacta es la siguiente:

500 gr de harina
300 gr de agua
10 gr de sal
5 gr de levadura fresca


Para hacer la masa tampoco he seguido el libro. Yo he puesto el agua tibia en un bol y he echado la levadura para que se fundiera. Después he puesto la harina toda de golpe y la sal. Lo he removido todo con una cuchara de palo hasta que se ha hecho una masa y la he echado sobre la piedra de la cocina que había enharinado antes. La he amasado unos 5 minutos y le he puesto las nueces a cachitos y he seguido amasando unos 5 minutos más. He ido añadiendo harina a la piedra cuando veía que la masa se pegaba mucho. Le he dado forma alargada y la he puesto sobre una placa de horno con un papel, la he tapado con un trapo húmedo y lo he dejado sobre el horno que ya estaba encendido para que fuera tomando temperatura.

He esperando una media hora larga y el tamaño del pan se había doblado.
Le he dado unos cortes y le he echado un poco de harina por encima y lo he metido en el horno a 230º aproximadamente unos 40 minutos.

La corteza ha quedado muy crujiente, finita pero muy crujiente y la miga ya la veis…

Hacía tiempo que no hacía pan… ahora que hace frío seguiré practicando.



12/16/2009

Entrando con aceitunitas... partidas

Para empezar el artículo de hoy tengo que decir que NO me gustan las aceitunas, nada de nada. Si alguna vez ha entrado alguna en mi boca, siempre por desgracia, ha sido una experiencia muy repugnante y dura... me resultan asquerosas, al igual que su olor. Si por mi fuera, todas madurarían y servirían para aceite, que si que me gusta!


Aclarado este tema, entiendo que a la gente le puedan gustar. En mi casa, las aceitunas que más gustan són las verdes partidas i las aliñadas.


En Can Loi, tengo una olivera (llamadme romàntica) porque creo que es un arbol que, junto con el limonero y el naranjo (sobretodo el limonero) no puede faltar en un jardín que se lo pueda permitir, justo al lado de un parterre de perejil. Mi olivo no es muy grande pero ha producido bastante aceituna y hemos recolectado dos barreños llenos de aceitunas escogidas, sin manchas ni picotazos. Pronto tendré otro olivo, de arbequinas, ayer lo compramos.

Mirad que cosa más bella... grandes, brillantes, sanas... i el aroma de la aceituna acabada de recolectar es delicioso... pero después... puajjjj qué asco me dan!


Las aceitunas, una vez escogidas y limpias (basta con pasarlas por un poco de agua para que pierdan los restos de polvo que puedan llevar adheridos) se tienen que partir con un golpe que sea lo suficientemente fuerte como para partir la aceituna pero suave como para que no se aplaste.

En casa, se hace con un mazo de madera y sobre una tabla de cortar, también de madera, que hizo mi padre hace ya mucho tiempo.


Después del golpe mágico del mazo, se ponen las aceitunas en agua para que se limpien de ácidos. Es conveniente lavarlas con un par de aguas y ya están listas para meter en botes al gusto de cada casa.


Para empezar a meter en botes conviene tener la salmuera preparada con la prueba del huevo para que sea el conservante. Para hacer la prueba sólo necesitamos un huevo lo más fresco posible, mejor si es del día, lo ponemos en un cubo con agua i añadimos sal hasta que el huevo flote y salga del agua un trozo del tamaño de una moneda de 2€, paroximadamente.


Es conveniente poner primer las aceitunas en el bote, acompañadas de hojas de limonero, ramas de hinojo a trozos, alguna hoja de algarrobo y trozos de guindilla (si es que las queréis picantes, que he oído que son las mejores), cantos de limón y piel de limón, todo ello haciendo capas , predominando los troncos de hinojo y la guindilla. Para terminar, mi padre que es un hombre a la antigua usanza y por ello tiene una paciencia infinita a pesar de ser un jubilado que refunfuña, prepara un pequeño atillo con ramitas finas de hinojo para ponerlo sobre todo lo anterior y que sirva para mantener las aceitunas siempre cubiertas de salmuera. Después se tapa el bote con la tapa o con un plato y se espera que pasen un par de semanas para que todo tome sabores y se pierda la acidez. Y esperemos que no se vuelvan rancias o blandas...

De presentes y de matanzas

Es tradición que cuando vas a la matanza de algún conocido para ayudar en las labores de ese día, te lleves a casa un presente. El presente es una pequeña, pequeñísima parte de lo que se ha producido durante el día: una longaniza, quizás dos botifarrones, un poco de panceta para salar, un trocito de lomo y , lo que más apreciamos en casa: un poco de pasta de sobrasada para freírla.

La sobrasada, como ya sabéis, se hace con carne cruda, carne magra sin ningún rastro de sangre y con panceta, las partes grasas, sin ni una manchita de sangre. Esta carne, picada, se aliña con sal, pimentón dulce y un poco del picante, según el gusto de cada familia. También se le puede añadir pimienta negra.

Las proporciones que usamos en casa las tenéis en este artículo (en catalán) (basta con hacer una regla de tres –maravilla de las matemáticas- para hacer cantidades más pequeñas). Para hacer la pasta de sobrasada basta que sigáis las instrucciones que os daba en el post, amaséis bien la carne y la dejéis reposar. Esta pasta, en la nevera, puede conservarse un par de semanas. Esta, conviene comerla frita.

Por qué os explico todo esto? Pues porque el sábado pasado comí pasta de sobrasada frita, del presente de la matanza de Es Cabàs. Y también os lo explico porque hace tiempo vi en un blog que freían la sobrasada en aceite!!! PECADO MORTAL!!! La sobrasada tiene suficiente grasa como para que se fría por si misma.

La pasta de sobrasada frita es un pequeño tesoro que mucha gente ya no conoce y, si la conoce, ya no la sabe apreciar. Se puede comer de diferentes maneras : sola, con miel fundida, con “suquet” o juguito, con miel cruda, con mermelada , con azúcar… (si os fijáis, volvemos al agridulce que los mallorquines siempre negaremos que nos gusta)

La pasta de sobrasada, cuando la dejamos reposar y la metemos en la nevera, toma este aspecto: una masa semi-dura –nos puede recordar la mantequilla o la manteca guardadas en la nevera- fácil de porcionar con un cuchillo o con el canto de un tenedor.

Y como la pasta hecha con gran parte de materia grasa, cuando entra en contacto con el fuego empieza a fundirse y la carne se separa de la grasa.

Como he dicho antes, la propia grasa de la sobrasada es la que se encarga de freír y la carne, poco a poco, va cambiando de color y pasa de ser de color anaranjado a ser de un rojo-granatoso intenso ( i aromático si es que un color puede tener olor)

Llegado este momento, ya se ven por un lado la grasa fundida y por otro el picadillo de carne. No lo he dicho antes, pero conviene no dejar de remover la pasta con una cuchara de madera porque si no, quedaran trozos muy hechos y otros crudos…

En este punto es cuando decidimos si nos la comemos así, solo frita sin nada más y cada uno añadirá los dulces que quiera, o si la queremos con juguito o miel fundida.

Si la que queremos es la sobrasada con miel fundida, solo hay que añadir a la sartén un par de cucharadas generosas de miel y la dejamos fundir, removiendo hasta que la miel y la sobrasada sean un solo cuerpo.

Si hacemos sobrasada con “suquet” (con juguito) la podemos hacer de dos formas:
Sobrasada con juguito de azúcar y vinagre: pondremos azúcar al gusto y un poco de vinagre y dejaremos que hierva hasta que se evapore el líquido y se haga una melaza.
Sobrasada con juguito de azúcar y mistela (la que a mí me gusta): pondremos el azúcar y medio vasito de mistela y lo dejaremos cocer para que se haga la melaza.

La que nos comimos nosotros era de sobrasada frita sin nada mas, y nos la comimos con una buena rebanada de pan moreno.

Pero como yo soy golosa y la miel es una de mis debilidades edulcorantes, opté por dejar caer una buena cucharada de miel cruda sobre la sobrasada caliente y pude ver como poco a poco se iba fundiendo y filtrando hacia el pan.

La miel que comemos en casa es siempre cruda y a veces se puede encontrar en ella algún cachito de panal. Aun recuerdo como si de ahora se tratara, a mi abuelo Jaume, sentado delante del hogar de Can Loi, en la vieja o oscura cocina, apretando los trozos de panal entre sus manos, después me daba un cachito para masticarlo y acabar de extraer la poca miel que quedaba. Aquella sensación de masticar cera era... es... indescriptible.
Si nunca habéis masticado un trozo de panal os recomiendo la experiencia. En muchas ferias artesanas podréis encontrar productores de miel que venden trozos de panal; comprad un trozo, vale la pena.

Datos personales

Mi foto
Can Loi és el meu present i el meu futur. Can Loi és la meva vida. Can Loi som jo. Can Loi is my present and my future. Can Loi is my life. Can Loi is me. Can Loi es mi presente y mi futuro. Can Loi es mi vida. Can Loi soy yo.